Hola a todos:
Estoy muy contenta de poder participar este mes en Adictos A La Escritura porque pensé que este mes tampoco iba a ser posible.
El ejercicio del mes era escribir una escena con ciertas características que no correspondieran a ella y hacer que encajaran como parte de la historia. Este es el resultado que yo logré.
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Llegó a casa después de un duro día en la oficina. Su jefe
lo tenía harto. Simplemente ya no podía soportarlo más. Tenía el cuerpo
entumido y ese dolor en los hombros, ya tan común; se negaba a abandonarlo.
Al entrar a su apartamento se quitó el abrigo y lo acomodó
en el perchero junto a su bufanda gris. Estaba cansado. Pensó que sería bueno
darse un baño. Tal vez eso lo haría sentir mejor. Tal vez el agua se llevara
consigo su cansancio. Giró la perilla de
metal que brotaba de la pared y un líquido cristalino comenzó a llenarle el
cuerpo ahora desnudo. No era un hombre atlético, aunque tampoco era robusto. A
pesar de su vida monótona y sedentaria su cuerpo no estaba tan mal. Si bien era
cierto que sus músculos no eran los más desarrollados su cuerpo no estaba
flácido, pero su dieta irregular había logrado que cierta cantidad de grasa se
aferrara a la piel de su abdomen provocando un pequeño pero notorio
abultamiento en él.
Tan sumergido estaba en su labor, que no fue consciente del
momento en el que un intruso irrumpió el cuarto de servicio. Sólo notó su
compañía cuando sintió sobre su piel unas manos suaves y frías recorrer la
longitud de su pecho. Sintió la redondez de unos pechos firmes oprimirse contra
su espalda. Era una sensación muy placentera y gratificante que simplemente se
dejó llevar por las caricias. Poco a poco se volvió para mirar el rostro de su
acompañante y al toparse con esos ojos marrones mirándolo fijamente no pudo
evitar sentir un leve temblor en su interior. Era su esposa. Llevaba casi
cuatro años casado con ella. Ella era la razón por la que aún soportaba su
empleo y a su jefe, con la esperanza de darle una vida mejor, a ella, a la
mujer que había cambiado su mundo. Esa mujer, que ahora le llenaba la boca de
besos, aún podía hacerlo sonrojar cada vez que le miraba intensamente el cuerpo
desnudo.
Instintivamente rodeo su cintura y atrajo su cuerpo contra
el suyo. Dejó que su mano derecha se deslizara por la redondez de su nalga y la
apretó con fuerza. Ella se apartó de súbito de su cuerpo y le regaló una mirada
coqueta mientras una sonrisa traviesa iluminaba su rostro. De pronto, tan
sorpresivamente como había llegado se marchó dejándolo confundido y azorado. Él
amaba que ella fuera así. Siempre tratando de hallar la forma de innovar sus
encuentros sexuales de una manera tan casual que parecía que era más bien parte
de su personalidad. Y así era. Y por ello él la amaba tanto.
Una vez liberado del trance en el que se había sumido, salió
por el pasillo que trazaba una línea recta hasta su habitación. La habitación
donde tantas otras veces se habían amado ya. La emoción que llenaba su cuerpo,
producto del deseo que surgía en él, hacía que dejara de prestar a tención a
todo lo demás y se concentrara tan sólo en apagar con besos y caricias su
pasión. Por ello no fue consciente del momento en el que su brazo se estrelló
con la repisa del pasillo y provocó que su pequeño androide fuera a dar hasta
el suelo y se hiciera pedacitos. Se trataba del proyecto con el que había
ganado la feria de ciencias a los quince años, el único proyecto en el que su
padre había mostrado interés y le había ayudado a construir. Hacía ya varios
años que había dejado de funcionar pero lo conservaba por mero valor
sentimental.
Cuando entró a la habitación su mujer lo esperaba sobre la
cama. Lo único que cubría su cuerpo era un pesado acordeón que sostenía como si
tuviera la intención de reproducir algún sonido en él. No entendía porque
aquella visión lo excitaba tanto. Era como si verla así, hiciera funcionar un
mecanismo en él que encendiera su pasión hasta desbordarla. Ella tampoco lo
entendía pero no lo juzgaba. A ella lo que le excitaba era la expresión en el
rostro de su esposo: esa mueca que resulta de la mezcolanza entre la felicidad
y el deseo.
No pudo resistir más y se abalanzó sobre ella llenándola de
besos. Estar entre sus brazos lo hacía sentir pleno, pero necesitaba más.
Necesitaba sentir el calor de aquel cuerpo fundiéndose con el suyo. Apartó con
brusquedad el acordeón mientras sujetaba a su mujer por la cintura, la abrazó
con fuerza. Ella gimió en respuesta a las caricias que su compañero le regalaba
y le dejó hacer su voluntad.
Acarició la longitud de sus piernas desde la rodilla hasta
el muslo y una vez ahí se detuvo cerca de su sexo al notar la humedad que
llenaba su piel. La miró a los ojos y le regaló una sonrisa sensual mientras
recorría con su boca el camino de descenso desde su cuello hasta el lugar donde
había estado antes su mano. Ella estaba extasiada. Sentir aquella boca recorrer
su cuerpo le encendía cada ves más hasta que sintió la suavidad de una lengua
adentrarse entre sus piernas. El placer que estaba experimentando era
inigualable. Su cuerpo temblara y se retorcía. De su garganta escapaban jadeos
y gemidos que no podía ni quería apagar. Sujeto los cabellos de su amante
mientras el placer seguía aumentado. Ni siquiera tuvo que pedirle que no se
detuviera. Ella sabía que no lo haría. No hasta que escuchara salir de su
garganta esos gritos de placer que se antojaban como la melodía más afrodisiaca
que jamás hubiera escuchado.
Después de su primer orgasmo ella se relajó. Abrió los ojos
y se topo con los ojos fijos, casi inertes, de Teo, su pez dorado, mirándola. Se
preguntó que es lo que podría pensar un pez después de verlos haciendo el amor.
No tuvo mucho tiempo para seguir con sus cavilaciones por que su amado esposo
ya empezaba de nuevo a acariciarla. A encender en ella la pasión que él
desbordaba. Después de todo ellos aún eran jóvenes y la noche aún era muy
larga.
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Gracias por pasarse por aquí. Sus comentarios, como cada mes, son bienvenidos. Un beso.
P.D. Lamento no haberle puesto título, pero es que rralmente no se me ha ocurrido ninguno y no vi porque no dejarlo así.
4 comments:
Muy bueno el relato, me ha gustado mucho como has utilizado las palabras!!
Un beso!!
Nemi: Un buen relato, aunque te sugiero que lo leas en voz alta y veas algunas incongruencias en la secuencia del mismo.
Ejemplo:"Era una sensación muy placentera y gratificante que simplemente se dejó llevar por las caricias", podrías haber puesto: "Era una sensacíon tan placentera y gratificante, que simplemente se dejó llevar por las caricias".
Cariñosamente: Doña Ku
Coincido con Dora Ku en un par de segmentos. El ritmo del relato es, sin embargo, una delicia, y uno de veras se va perdiendo en el momento.
Saludos!
Relatado con gran sencillez y frescura. Me ha gustado mucho. Saludos.
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