Siguiendo
con la saga de La Bella Durmiente, he terminado con la secuela “La
Liberación de la Bella Durmiente” y como ya había adelantado en
la entrada anterior, este libro comienza cuando los esclavos son
robados de “el Pueblo” y son transportados en barco a una nueva
y muy lejana tierra de oriente donde, tras un largo y nada cómodo
viaje (pues son llevados en pequeñas jaulas) son llevados a un nuevo
mundo donde la palabra esclavo cobra un nuevo significado, no
solamente están destinados a servir a sus dueños sino que además
son símbolo de poder para sus nuevos amos por lo que son tratados
como trofeos de exhibición e incluso algunos de ellos son puestos
sobre nichos incapaces de moverse, sólo para adornar los pasillos y
jardines del palacio del sultán, quien podría ser su nuevo amo, si
es que demuestran ser dignos de tal honor.
Durante
el transcurso del viaje hacia esa nueva tierra, los personajes se
encuentran sumidos en un análisis interno sobre sí mismos y sus
propios deseos y ambiciones sobre la incógnita que los espera,
algunos otros lamentando lo que dejan atrás y nuestra pequeña
Bella, cuestionándose si allá, en esa desconocida y lejana tierra,
donde quien sabe que los espera, será capaz de encontrar aquello que
le de la paz que necesita, aquel amor que no ha logrado dominarla.
A
lo largo de esta tercera parte, conocemos un poco más de algunos
personajes, se potencia un poco más la perversidad en cada uno de
ellos y así ses descubren mejor a sí mismos, al mismo tiempo
conocemos personajes nuevos y junto a ellos conocemos las maravillas
que ofrecen para los nuevos esclavos este delicioso lugar, del que no
quieren ser rescatados.
Para
ser honesta, sigo pensando que el segundo libro fue mi favorito pero
eso no le quita nada a éste, pues conocemos nuevas facetas y sobre
todo somos testigos de una creciente y extraña historia de amor
entre los protagonistas.
Sin
duda lo recomiendo, una maravillosa lectura para aquellos que gusten
del género.
Gracias
por leer. Hasta la próxima.
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