Después
de mucho tiempo de no hacerlo, hoy participo en el blog de Adictos A
La Escritura con este ejercicio.
......................
Un
Trabajo Como Cualquier Otro
Cuando
sonó el teléfono, estaba en la cocina con una olla de espaguetis al
fuego. Pensó en no atender. Los espaguetis estaban casi al punto y
no quería dejar que se estropearan. Por otro lado, pensó que quien
llamaba podía ser ella. En todo caso debía contestar. Apagó el
fuego y se encaminó al aparato negro que colgaba de la pared. Tomó
un poco de aire y luego lo dejó salir lentamente antes de descolgar.
—Diga
—dijo en tono automático.
—¿Lo
hiciste? —preguntó una voz femenina al otro lado de la línea. Era
ella. Había acertado.
—Aún
no —respondió tranquilamente mientras alargaba la mano y tomaba
una manzana del frutero que tenía al lado.
—¿Por qué
no? —inquiruó la mujer obteniendo como respuesta el sonido que
prevocó el muchacho al moder la manzana —sabes que tienes una
fecha límite ¿cierto?
—Exacto.
Tengo una fecha. Y lo haré antes de que el plazo se cumpla, sabes
que no es necesario que llames. Cuando esté hecho lo sabrás.
—Escucha,
no es que no confiemos en tí, pero estamos preocupados. Eres nuevo
en esto y simpre existirá la posibilidad de que dudes en el último
minuto. Necesitamos que sepas que lo que haces no está mal.
Necesitamos que estés seguro. Piensa que sólo es un trabajo como
cualquier otro y —la mujer hizo una pausa, <<pensar que sólo
es un trabajo, sí claro, como no es ella la que debe hacerlo es muy
fácil decir eso>> pensó él —¿sigues ahí? —dijo la
mujer luego de un rato.
—Voy
a colgar —dijo el muchacho. Y colgó.
Echó
la manzana a medio terminar al cesto de basura y optó por olvidar
completamente los espaguetis. De cualquier forma, ya le habían
arruinado el desayuno. Se puso la chaqueta y tomó el estuche de
cuero negro que “ellos” le habían dado. Se había decidido. Lo
haría en ese momento. Gracias a la documentación que le había sido
entregada cuando se le asignó el caso, sabía el itinerario del
hombre. Sabía lo que haría durante la semana que estaría en la
ciudad y cada uno de los sitios que visitaría. Durante los pasados
dos días lo estuvo vigilando. Y tal como estaba escrito en los
papeles, el hombre estuvo donde tenía que estar. Lo único que él
debía hacer era buscar la oportunidad y terminar el trabajo.
Subió
a su auto y depositó el estuche descuidadamente en el asiento del
copiloto. Tal vez debería ponerlo en un lugar menos visible. Pero a
simple vista, aquello no era más que el estuche de un violín y si
trataba de ocultarlo llamaría más la atención. Así era él. Le
gustaba llamar la atención lo menos posible y era muy cuidadoso con
los detalles. Alguien, alguna vez lo había descrito como el hombre
más meticuloso que conocíay el único que podía pasar
desapercibido en medio de una multitud. Tal vez por ello lo
eligieron.
Encendió
el auto y se puso en marcha. Mientras conducía repasaba mentalmente
el itinerario del hombre. Era miércoles, estaría en el Grant Hotel
en una reunión hasta las 12:00 y luego iría a comer al Restaurant
The Tower a diez kilometros de ahí, pasaría la tarde en su
habitación de hotel en el Palace y finalmente, al anochecer tendría
una reunión privada con algunas prostitutas en un distinguido bar de
la zona.
Entró
al estacionamiento subterráneo del hotel American Inn; era el ideal
porque estaba justo en frente del Grant Hotel. Subió por el elevador
del estacionamiento hasta el quinto piso, se dirigió a la habitación
523, sacó la llave del bolsillo de su chaqueta y la deslizó por la
cerradura magnética; ésta cedió al instante por supuesto. Dentro,
todo estaba perfectamente acomodado. Junto a la ventana, descansaba
la mesa de roble sin ningún objeto encima, tal como él la
necesitaba. Había sido muy consiso al solicitar que la camarera no
moviera ninguno de los muebles hasta que él se marchara. Había
tenído mucho cuídado al mostrar su rostro, pero esa era su mejor
cualidad. Tenía un rostro fácil de olvidar. Acomodó sobre la mesa
el estuche y lo abrió despacio. Dentro descansaba un fusil de
francotirador semiautomático; él prefería los de carga manual
porque tenían mayor alcance, pero no hacía falta mayor alcance.
Miró
su reloj. Eran las 9:48, tenía veintiocho minutos antes de que el
hombre bajara hasta el cuarto piso a tomar el almuerzo. Su apellido
era Douglas. Siempre elegía la misma mesa, la que estaba junto al
ventanal, aquella que tenía la vista perfecta a la cuidad y por la
que el muchacho podía distinguirlo perfectamente desde su ventana un
piso más arriba.
Tomó
el fusil del estuche y lo acomodó en el bípode con mucho cuidado.
Colocó la mirilla con especal atención. Ajustó todas las piezas y
se aseguró de que se amoldaran a su cuepo con la mayor precisión.
Se tomó su tiempo. No fallaría. Lo había repasado mentalmente un
sin fin de veces. Había imaginado su dedo presionando el gatillo sin
vacilar. Así era como lo haría. Sin vacilar. De un solo y limpio
tiro.
Miró
por la mirrilla telescópica y ahí estaba. Como de costumbre, se
sentaba en la mesa de siempre frente al ventanal y bebía su
aperitivo con su acompañante. El muchacho no podía ver el rostro
del otro hombre porque le daba la espalda. Pero no importaba. Veía a
su objetivo muy bien. Lo veía reír mientras su blanca barba se
mecía al ritmo de su barriga. Era el momento. Lo tenía en la mira y
estaba decidido. Deslizó su dedo hasta la parte exterior del gatillo
y dibujó su forma lentamente. Su pulso se aceleró. Su frente
comenzó a brillar ligeramente por el sudor que se acumulaba en ella.
Podía escuchar los latidos de su propio corazón resonar en sus
oídos con mucha fuerza. Era el momento preciso. Debía hacerlo.
Deslizó su dedo índice hasta el gatillo y entonces sonrió. Ella
tanía razón. Estaba dudando.
...................................
Espero
que les haya gustado. Sus comentarios como siempre son bien
recibidos.
La
frase usada para desarrollar el ejercio fue: “Cuando sonó el
teléfono, estaba en la cocina con una olla de espaguetis al fuego.” del libro Crónica del pájaro que da cuerda al mundo de
Haruki Murakami.
Un
beso
13 comments:
Por alguna razón recuerdo esa primera frase :)
Me pareció curioso que el personaje hiciera espaguetis para el desayuno; por lo demás está bien narrado, se lee rápidamente. Menuda historia, cualquiera se pondría a dudar!
Una cosa que no tiene nada que ver con el texto, es que el contraste de la fuente contra el fondo es muy leve y cuesta un poco leer. Yo seleccioné el cuento para verlo :o
Abrazos.
Me ha gustado tu relato, muy bien narrado y es imposible dejar de leer!!!
Besos!!
Hola, Nemi y bienvolvida ;-)
Tengo unas cositas que acotar:
no sé si usas Word. Si lo haces, las comillas bajas se encuentran en la sección "Insertar - Símbolo". Al menos sabes cuáles son, es una pena que blogger aún no las haya agregado.
"Por qué" va separado.
"Echó" lleva tilde.
"Entró al estacionamiento subterráneo del hotel American Inn, era el ideal porque estaba justo en frente del Grant Hotel". En vez de coma, punto y coma.
Conviene poner en palabras los números. En este caso, piso cinco o quinto piso.
Punto y coma antes de "ésta cedió al instante por supuesto".
"Dentro descansaba un fusil de francotirador semiautomático, el prefería los de carga manual porque tenían mayor alcance, pero no hacía falta mayor alcance", punto y coma después de "semiautomático" y tilde en "él".
"Miró".
Me gustó el relato, muy bien llevado y construido. Final inesperado, además.
Besos!!
Hola Nemi:
El relato me sostuvo en vilo de principio a fin. Pero el final me lo esperaba un tanto diferente: crei que al ultimo momento, cuando ya estuviera listo para disparar su objetivo volteria hacia el y sus miradas se cruzarian, y para su sorpresa y espanto, el objetivo seria el mismo.
Es una alucinacion, un cuadro de esquizofrenia muy comun en los asesinos a sueldo...
Hola Nemi:
El relato me sostuvo en vilo de principio a fin. Pero el final me lo esperaba un tanto diferente: crei que al ultimo momento, cuando ya estuviera listo para disparar su objetivo volteria hacia el y sus miradas se cruzarian, y para su sorpresa y espanto, el objetivo seria el mismo.
Es una alucinacion, un cuadro de esquizofrenia muy comun en los asesinos a sueldo...
Me gustó, engancha desde el principio y fue inesperada la duda del final.
Besito
Me gusta como va todo desde una inocente commida hasta ese... ¿ese final era un "quizás"? ¿O se supone que ya tiró del gatillo al sonreír? En cualquier caso, tiene varios ángulos la historia, como debe ser.
Me ha gustado mucho y me ha mantenido en vilo desde el principio; mientras leía pensaba que se trataba de un detective privado y para nada me esperaba lo que era en realidad. El final también me encanta, ¿qué hará finalmente? ¡Un beso!
Sólo ha salido el final en el anterior. Te había puesto que te has comido alguna palabra y otras estaban mal escritas (nada que una revisión cuidadosa no pueda solucionar. El final me ha gustado bastante como lo has dejado.
Un abracete
Antonio V. García.
Muchas gracias a todos aquellos que se tomaron el tiempo de leer y a aquellos que me han ayudado con sus observaciones.
Un beso.
Nemi López
Muy bueno y atrapante, aunque me quedé deseando que apretara el gatillo jajaja, felicitaciones :)
Publicar un comentario