Hola a todos los lectores anónimos del blog, el día de hoy traigo mi personaje del mes de Septiembre con el que retomo el ejercicio, tal vez fuera por que tenía mucho tiempo de no poder escribir que salió un relato algo largo, aun así me gustó el resultado.
El tímido…|Zac
—Oye...¡Tú!
El de la gorra…—El alulido dio medio giro y la miró levantando
las cejas al mismo tiempo que se señalaba así mismo con el deco
índice —¡Sí, tú! Ehmm…
—Zac.
—¡Sí,
Zac! Ayúdame con el pequeño, ya no puedo llevarlo más en brazos.
—Claro...—«¿Pero
qué le pasa? ¿No es ella la que siempre nos dice que debemos
valernos por nosotros mismos? Como sea...»
Pensó mientras tomaba al pequeño niño que dormía en los brazos de
Nan.
Había
formado parte de grupo desde que la sequía había empezado, de eso
hacía ya bastante tiempo, pero podía apostar a que Nan no era a
única que no recordaba su nombre. No podía culpar a nadie de eso,
él no era exactamente sociable, no es que no lo intentara, más bien
le gustaba pasar inadvertido. La gente le parecía difícil. Siempre
había evitado las multitudes, es decir, antes las evitaba, ahora no
tenía otra opción si quería sobrevivir.
Como
todos los demás, había tenido que aprender a ser fuerte y no era
algo de lo que se sintiera orgulloso, era más bien triste, habían
sucedido tantas cosas. El mundo que conocía dejó de existir, pero
él seguía aquí y no planeaba quedarse atrás. Había tenido que
aprender a cuidarse solo, pero ahora que estaba con Nan, sentía que
podía confiar un poco en los demás, apesar de que ella se la
pasaba diciendo que no se haría cargo de nadie que no fuera sí
misma.
El
camino hacía la Torre era difícil, principalmente por el hecho de
que el grupo estaba compuesto mayormente por niños, en realidad no
había ningún adulto con ellos, según sus cálculos, Nan tendría
entre diecisés o diecisiete años, él mismo tenía apenas
diecinueve y también estaba Stan, con probablemente diecisiete años.
Fuera de ellos, las edades del resto rondaban entre los siete y los
catorce años, sin tomar en cuenta al pequeño Tomás a quien llevaba
en brazos, demasiado pequeño para caminar distnacias largas por si
mismo. Darse cuenta de eso lo hizo sentir nervioso.
—Está
oscuereciendo y no hemos encontrado un sitio seguro aún, no podemos
acampar al aire libre con todos los niños...
—¿Acampar?
¿De qué estás hablando? No podemos detenernos ahora —Interrumpió.
—¿Qué?!
¿Por qué no? Dime de qué ra...
—¿En
serio no te has dado cuenta? —preguntó Zac con voz serena —Nos
siguen desde hace horas —Nan sintió un escalofrío recorrer toda
la longitud
de su espalda. ¿Cómo es que no lo notó? «Pero, ¿cómo? ¿Quién?
¿Desde cuándo?» Estas preguntas golpeaban su mente impidiéndole
pensar —puedo ver el polvo que levanta su vehiculo, son listos,
avanzan lento para que el ruido del motor se confunda con el viento y
guardan la distancia suficiente para que no los veamos pero no tanta
como para que nos pieran de vista. ¡No hagas eso! ¡No voltees!
Acaso queires que se enteren de que ya los vimos.
—No
sé que hacer Zac —dijo con voz temblorosa y los ojos vivdriosos a
punto de soltar el llanto, al verla en ese estado algo se oprimió en
su
pecho.
—Sólo
sigue avanzando, no podremos detenernos. Será una noche larga —dijo
tratando de no mirarla.
—Apenas
son niños...
—Sí,
viajamos con demasiados niños, era cuestión de tiempo para que nos
encontraran.
—Estoy
cansado Nan, podemos parar un rato, me duelen los pies —dijo un
pequeño de unos ocho años mientras se frotaba los ojos —además
me esta dando sueño, ya casi
es de noche. Nan miró los ojos seguros de Zac, que de algún modo
parecán decirle que todo estaría bien.
—Sólo
camina niño.
Avanzaron
en silencio por la siguiente media hora, el sonido del motor
comenzaba a escucharse y el olor a tierra les llenaba la nariz. Zac
volvió la cabeza y por primera
vez se asomó el terror en sus ojos castaños.
—No
puede ser —susurró apretando los puños —¡Corran! ¡Todos
corran lo más rápido que puedan y no se detengan! —tomó la mano
de la chica que caminaba a su lado —¡Sigan correindo!
Detrás
de ellos una camioneta blindada avanzaba con prisa de alcanzarlo., Al
ver que todos corrían no dudaron en acelerar el paso, pronto el
vehículo estuvo a solo unos metros de distancia, los niños
aterrados comenzaron a llorar. Nan sabía que ella los había puesto
en riesgo, al principio no pensaba en llevarlos a todos, pero no
podía sólo seguir su camino cada vez que se topaba con otro pobre
niño abandonado. Y así sin darse cuenta llevaba una guardería
andante «pero que estúpida he sido» De pronto la única luz que
rodeaba al grupo era la luz artificial de los faroles que se
precipitaban hacía ellos con la velocidad de una fiera. Un fuerte
zumbido llenó la noche, seguida de una ola magnética que les hizo
perder el equilibrio, desorintados y cansados muchos cayeron al
suelo. Incluso Zac perdió el equilibrio y cayó de frente al suelo,
ni siquiera notó el momento en el que
soltóal
pequeño de sus brazos. De la camioneta bajaron varios hombres,
tomaron a todos los que pudieron,
eran tan salvajes que los llevaban tomados por los cabellos, si se
resistían los golpeban con fuerza sin
importarles que fueran solo niños.
—¡No!
¡Déjalos!
¡Suéltalos! —gritaba Zac mientras intentaba impedir que se los
llevaran, pero otro hombre lo golpeó
por la espalda con un mazo, cuando abrió los ojos aún estaba
desorientado. No sabía cuanto tiempo había pasado, la cabeza le
dolía
y al levantarse
sintió la sangre correr por el costado de su cara. Se descubrió
solo en medio del silencio.
—¡Nan!
—gritó con todas sus fuerzas —¡Naaaan! —gritaba una y otra
vez, pero solo el silencio respondía.
Se tiró de rodilas y golpeó el suelo con el puño. «No otra vez»
pensó. Se había vuelto a quedar solo.
Gracias por leer. Hasta la próxima.